CORPORATIVISMO Y NEOPLURALISMO

 

                Como continuación del anterior artículo, vamos a intentar explicar algunas características de las principales teorías políticas alternativas al modelo pluralista de intermediación con grupos de intereses. [i]

                En el Corporativismo, el Estado considera como principal división social la existente entre los empresarios y los trabajadores, representados por las asociaciones empresariales y los sindicatos respectivamente, y reconoce, otorga licencia y concede, monopolios de representación a estos dos grupos sociales. Son los “interlocutores sociales” o los “agentes sociales” que tanto hemos escuchado y visto en distintos medios de comunicación por boca de los distintos gobiernos de nuestro país. Estos grupos participan en reuniones tripartitas con altos funcionarios del Estado. Y los acuerdos adoptados en estas suelen dar lugar a nueva legislación reflejando un amplio consenso social. [ii]

                El otro modelo que quiero describir es el Neopluralismo. Los neopluralistas mantienen que los sesgos inherentes al pluralismo y la “lógica de la acción colectiva” se pueden superar si los altos funcionarios dejan de comportarse como árbitros neutrales. En este modelo de política los burócratas identifican los intereses públicos infrarrepresentados, y les ofrecen subsidios, financiación, y acceso al gobierno y al diseño que este hace de las políticas públicas. Esto no consiste en privilegiar de forma permanente a un conjunto de intereses sociales en todas las políticas públicas, al contrario, para cada tema el Estado favorece al grupo que representa al interés público en juego.

                Por ejemplo, en un modelo de política neopluralista se pide a los grupos medioambientales o ecologistas que informen sobre normas industriales, a los consumidores que informen sobre normas de calidad de los productos o a las mujeres sobre la legislación de igualdad de género. [iii]

                Pero estos dos modelos de política de grupos también tienen sus propios problemas e inconvenientes.  Primero, privilegian arbitrariamente a determinados intereses sociales y excluyen a otros. Segundo, empresas y trabajadores pueden tener similares “intereses de productores” y fomentar estos a expensas de los intereses difusos de consumidores y contribuyentes. Tercero, el necesitar el consentimiento de todas las partes implicadas en determinada política pública reduce la capacidad de los que la diseñan para poder cambiarla y hace que el proceso sea más lento y menos ágil.

                Cuarto y más grave, el hecho de que se proporcionen fondos estatales a grupos de intereses públicos introduce un “incentivo perverso” para que estos grupos se organicen con la finalidad de asegurarse los subsidios estatales, en lugar de promover las opiniones e intereses políticos de sus propios miembros. [iv]

                Pero, puede ser que la crítica de Olson hacia el Pluralismo, que veíamos en la anterior entrega, sea exagerada. Algunos teóricos argumentan que la atención política a un grupo de interés concentrado aumenta los incentivos para que el grupo “perdedor” se organice para oponerse a las políticas resultantes. Llegado a cierto nivel el secuestro de una cuestión por parte de un grupo organizado, surgirá un “equilibrio” forzado por otros que se organizarán y se activarán para obstaculizar e impedir beneficios ilimitados a los intereses concentrados del primer grupo (Becker).

 Además, puede ser que la información sea más importante que el poder organizativo. La información que proporcionan los grupos de interés para el diseño de las políticas es más creíble si ha costado mucho obtenerla y proporcionarla. Así que es más probable que los que diseñan la política utilicen la información proveniente de los grupos de intereses difusos antes que la de los grupos concentrados (Luhmann).

Finalmente, debemos tener en cuenta que no existe ningún modelo perfecto de representación de los grupos de interés en el proceso político. La estructura de los mecanismos de grupos en un área de la política depende de la naturaleza de los incentivos, y de los intereses de esos grupos y de los que diseñan esas políticas concretas.

  

Comentarios

Entradas populares