DOS MOMENTOS REVOLUCIONARIOS: SEPTIEMBRE DE 1868 Y ABRIL DE 1931. BREVE DESCRIPCIÓN DEL NACIMIENTO DE NUESTRAS REPÚBLICAS.

  




 
       

           Estas dos revoluciones son los preludios de las dos experiencias republicanas vividas en nuestro país. La de septiembre de 1868 desembocó en la Primera República, tras la renuncia de Amadeo I en febrero del 1873, por decisión de las propias Cortes monárquicas. La Segunda República llegó tras las elecciones municipales del 12 de abril de 1931 con el triunfo de las fuerzas republicanas en las capitales y las grandes ciudades, curiosamente, con menos votos que los monárquicos, lo cual fue interpretado por las masas como un triunfo republicano sobre la monarquía de Alfonso XIII. El rey se vio obligado a abandonar el país, ante la falta de apoyo por parte del gobierno y del ejército. La situación política y social previa a ambas revoluciones presenta similitudes.

En lo político, crisis de la monarquía. La reina Isabel II había marginado a los progresistas impidiéndoles el acceso al gobierno, apoyándose en el partido moderado y en su camarilla, integrada por religiosos y aristócratas hostiles al liberalismo. A partir de 1863 los progresistas no participaron mas en las elecciones y centraron sus esfuerzos en derrocar a la reina, mientras el partido moderado, favorito de la monarquía, entró en una deriva autoritaria y de inestabilidad. Por su parte, Alfonso XIII perdió la confianza de todos los partidos, incluidos los monárquicos, por su apoyo a la dictadura de Primo de Rivera, traicionando con ello a la Constitución de 1876.

En ambos casos se produjo un pacto de los partidos contrarios al monarca para su derrocamiento. El Pacto de Ostende, unió al Partido Progresista del general Prim, al Partido Demócrata, y más tarde se uniría la Unión Liberal del general Serrano. En Ostende (Bélgica) se acordó el derrocamiento de la reina, la creación de un gobierno provisional, y elecciones a Cortes Constituyentes por sufragio universal. La forma del Estado sería decidida por estas Cortes. El pacto contra la monarquía alfonsina tuvo lugar en San Sebastián, en agosto de 1930, y reunió a todos los partidos republicanos. Poco después se unió el PSOE y la UGT, y allí se constituyó un gobierno provisional clandestino, que comenzó a trabajar junto a varios militares para la caída de Alfonso XIII. La insurrección tuvo lugar en Jaca en diciembre del mismo año, pero fue desmantelada por el gobierno. Los capitanes Galán y García Hernández fueron ejecutados, y los miembros del gobierno provisional republicano detenidos e llevados a prisión. Habría que esperar a las elecciones municipales de la siguiente primavera para proclamar la república.



            En lo económico, en ambos periodos España sufría una crisis económica, lo que favoreció la movilización revolucionaria de las masas, insatisfechas con su situación de privación. Durante el reinado isabelino la quiebra del banco británico Overend & Gurney en 1866, provocó la contracción del crédito global. Las compañías del ferrocarril se vieron abocadas al fracaso por el reducido volumen del tráfico, provocando el miedo en los inversores y la caída de la Bolsa. Muchas empresas cerraron y el paro aumentó. Se redujeron los ingresos del Estado y el déficit se disparó. Además, esta crisis económica coincidió con una serie de malas cosechas, con el consiguiente aumento del precio del trigo y los alimentos. La consecuencia fue hambre y enfermedad. El malestar social era palpable.

A finales de los años 20 del 1900, España, que había logrado salir de la primera guerra mundial reforzada, gracias al comercio con los países inmersos en la contienda, no escapó de la Gran Depresión. La política económica de la dictadura de Primo de Rivera, basada en el proteccionismo y la intervención en la economía mediante la inversión en obras públicas, dejó al Estado sumido en el déficit, se acabaron los “felices veinte”.

            En el plano militar, el papel desarrollado por el Ejército en ambos procesos revolucionarios fue determinante. En el XIX fueron los militares los promotores del golpe. En esa época los cabezas de partido eran militares en muchos casos, por ejemplo; Prim en el Partido Progresista y Serrano por la Unión Liberal. El 17 de septiembre de 1868 se produjo el pronunciamiento militar en Cádiz, que se extendió seguidamente a las demás provincias, y que sería apoyado en las ciudades por voluntarios milicianos. Finalmente, los sublevados derrotaron a las tropas leales a la reina en la batalla de Alcolea, en Córdoba, y esta tuvo que huir a Francia. El general Serrano sería nombrado presidente del gobierno provisional hasta el nombramiento como rey de Amadeo de Saboya.



En el siglo XX, tras las elecciones de abril del 31, el rey no encontraría apoyo en el Ejército. El general Berenguer, ministro de Guerra en aquel momento, ordenó a los militares que se atuvieran a la “voluntad nacional”, y el general Sanjurjo, director de la Guardia Civil se puso a las órdenes del gobierno provisional republicano. El presidente del gobierno, almirante Juan Bautista Aznar, reconoció que España “se había levantado monárquica y se había acostado republicana”. El 14 de abril se proclamó la II República ante la pasividad del gobierno y de los militares, y el rey partía hacia el exilio.




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